martes, 15 de junio de 2010

De profesión, mago.

Ajusto el obturador de mi chistera y me dispongo a embellecer conejos de mil colores, tamaños y formas.
Aplauden las ilusiones ópticas de mis espejos, como quien compra cosméticos producidos con sus propios lípidos.
Busco el ángulo, la perspectiva, la subjetividad.
Mi realidad, la realidad del mejor postor: vuestra realidad.
A menudo vivo de hacer trucos, de adulterar empleando eufemismos, eludiendo, creando falsas elipsis. Pero los niños son felices por su inocencia, y yo no muestro el apocalipsis.
Enriquezco al pobre y enaltezco al rico, lleno antros, vacío estadios. Cambio opiniones.
Llega la crisis y vuelan castillos de naipes. Mis cartas siguen en pie. Sujeto piezas a tres patas. Otras flotan, nadan, se arrastran, corren, vuelan...
Y detrás de todo estoy yo, impasible, obervando lo que ocurre, modificando el medio a mi antojo y barajando mi visión a posteriori.
Todo se mezcla en una vorágine de luz y color y nace, de cada truco, lo más parecido a un hijo, único, distinto, inolvidable, y desespero ávido por mostrarlo con orgullo.
Tras un gran esfuerzo y un soplo mágico obtengo lo que buscaba:
la atención, la contradicción, la emoción,
la magia.


Como veis, la lírica no es lo mío, mejor que vuelva a centrarme en lo habitual. De todas formas, creo que es necesario expresar de vez en cuando lo que uno siente, por cursi que pueda parecer para quien no me entienda o incluso, también, para los que se sientan identificados de alguna forma. En fin...

A ver si actualizo mi Currículum de una vez, que lleva medio año sin actualizar... He trabajado para muchas MUCHAS empresas desde entonces, así que ya va siendo hora.

¡Hasta pronto!